Por Javier Alvarez

Las fintech son empresas florecientes de la industria financiera que aplican la tecnología para facilitar transacciones de dinero, como un crédito a una persona o a un emprendimiento, y vienen por un negocio que, hasta ahora, estaba en manos de los bancos y de otras entidades tradicionales.

Posibilitan desde acceder a financiamiento con sólo digitar una aplicación en el celular, tras cargar datos mínimos, hasta invertir en criptomonedas, para lo que se deben tener conocimientos más elaborados sobre procesos e ingeniería financiera.

Lo cierto es que en la Argentina, donde hay mucho talento para las nuevas tecnologías, las fintechestán comenzando a aflorar. Y el Banco Central (BCRA) está decidido a no pasar la máquina podadora por este sector, al menos hasta ver cómo opera.

Lucas Llach, vicepresidente del BCRA, reveló que la entidad ya está aplicando la “teoría del tomate”, idea que sorprendió en el Argentina Summit, organizado por la revista The Economist.

¿De qué se trata? Según Llach, cuando un agricultor siembra semillas de tomate en su huerta, pasan unos días y comienzan a crecer unos primeros brotes. Al principio, se entremezclan las plantitas de tomate con los yuyos. Por eso hay que dejarlo crecer hasta diferenciar bien qué es un tomate y qué es maleza.

“Recién una vez que se vea claramente cuáles son plantas de tomate, se le puede poner una guía. Entonces, nuestra mirada (por la del BCRA) es: dejemos que las cosas crezcan y, en todo caso, si necesitan una regulación, ahí iremos”, dijo Llach.

Eso es lo que está haciendo el Central con las fintech, y causa ruido en los bancos que temen perder cada vez más porciones del mercado de transacciones de dinero. “El que no tenga tecnología financiera no sobrevivirá, incluidos los bancos”, definió Llach.

Auge

Esta industria tomó fuerza a partir de 2008, tras el estallido de la crisis financiera mundial con la bancarrota de Lehman Brothers. Las fintech comenzaron a crecer al calor de la tirria de las sociedades contra los bancos tradicionales en Estados Unidos y en Europa.

Y se vieron beneficiadas para acelerar su penetración a partir de los cambios regulatorios que, para resguardar la solvencia, volvieron a los bancos tradicionales más conservadores e inaccesibles para muchos ciudadanos.

En la Argentina, el BCRA viene impulsando a los bancos para que no se queden en el tiempo. En noviembre, los habilitó a usar servicios de procesamiento en la “nube” (es decir, de forma remota por internet).

De esa manera, las entidades lograron una flexibilización que les permite ahorrar costos operativos y competir a nivel de infraestructura con las fintech.

La idea surgió de la “mesa de innovación” que armó Llach con todos los sectores financieros en 2017. A pesar de ello, hay una fuerte pelea de fondo. Para Claudio Cesario, presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (ABA), las fintech pagan la mitad de Ingresos Brutos que los bancos tradicionales. Además, las que radican domicilio en el polo tecnológico de la Capital Federal están exentas por 10 años de este tributo. Además, según Cesario, el 70 por ciento del monto que destinan a las contribuciones laborales se computa como crédito fiscal.

Llach desdramatiza y asegura que el mundo va hacia las fintech. Y aclaró que si una empresa otorga créditos, pero no toma depósitos, “puede innovar y hacer lo que quiera”.

El vicepresidente del Central señaló que uno de los principales objetivos de la entidad es la inclusión financiera y la interoperabilidad entre los distintos sistemas para dar fluidez a las transacciones vía internet.

En ese marco, este semestre iniciarán sus operaciones bancos digitales como Wanap y TSA-Banking. Y MercadoLibre empezará a otorgar créditos a través de su plataforma web.

Estos casos son la punta de lanza de la reconfiguración del mercado de dinero con la que el Banco Central busca generar inclusión financiera en un país que tiene, al menos, el 35 por ciento de su economía “en negro”.