Según el informe especial realizado por KPMG Argentina acerca de las fintech y su impacto en el sistema financiero, el sector bancario “se enfrenta a un escenario inédito” en su competencia contra esas empresas tecnologicas y ya tiene en marcha inversiones para hacer frente a esto.
“Al boom de las tecnologías emergentes como analytics avanzados, inteligencia artificial, tecnologías cognitivas, internet de las cosas y blockchain, que aportan nuevos modelos de trabajo, se suma (para los bancos el desafío de) la creciente importancia de la experiencia de un consumidor que impone estándares cada vez más altos en procesos más ágiles y delivery de servicios”, sostuvo el estudio.
El informe detalla que desde 2015 el sector bancario lleva invertidos más de US$ 27.000 millones en soluciones fintech, mientras que un 57% de los encuestados de las entidades consideró al tema como uno de los tres principales factores de disrupción en la industria, junto a la creciente complejidad regulatoria (51%) y los nuevos modelos de negocios (46%).
Los bancos tradicionales se enfrentan entonces “al reto de adaptarse al proceso de transformación digital y al ingreso de nuevos competidores (las fintech) mucho más ágiles para adecuarse a las necesidades de sus clientes”, además de que su “actividad, por ahora, no está sujeta a las regulaciones del Banco Central”.
Para esto, los bancos tienen un reto no menor, ya que “precisan que sus colaboradores y empleados adopten una cultura digital sumamente orientada al cliente buscando integrar los nuevos procesos digitales a su gestión de riesgos”. Y si la entidad financiera incorpora a una fintech, “es crucial que la nueva firma posea prácticas y cultura similares”.
Foco en los usuarios
En este escenario, el foco para los bancos está puesto en “brindar a los usuarios financieros determinadas funcionalidades, permitiéndoles la realización ágil y sencilla de sus transacciones bancarias”.
Es decir, hoy “los usuarios esperan respuestas rápidas, alineadas con sus necesidades y sobre todo personalizadas, al tiempo que demandan que las entidades actúen como guías para entender el universo financiero y valoran una comunicación clara y concreta”.
Es por eso que el principal objetivo de las entidades al incorporar herramientas tecnológicas es mejorar la experiencia del consumidor en sus diferentes interacciones y recién después transformar las capacidades actuales de la organización y mejorar la eficiencia de costos.
Así, “durante los próximos tres años la inversión en fintech destinada al front-office se incrementará del 66% al 69%, mientras que la orientada a herramientas específicas para back-office caerá del 25% al 12%”.
Como ejemplos destacables de estas implementaciones, KPMG menciona “la alianza del Banco Comafi con PayPal, la nueva aplicación del ICBC que permite a los clientes depositar cheques online, y la app de banca móvil del BBVA que lo llevó a ser elegido el mejor banco digital del país”.
Asociación con fintechs
Además de los desarrollos propios de cada banco, el estudio sostiene que “hay una clara tendencia hacia los modelos de trabajo asociativo entre las entidades: un 55% están asociadas a una fintech y un 38% con una entidad financiera no competidora”.
Hay además “un 26% de bancos que optan por confiar en la marca de un gigante de la tecnología y un porcentaje menor, el 14%, que mantiene acuerdos de colaboración con sus competidores”.
“Estas formas de integración tienen sus ventajas, ya que los bancos pueden acceder a una gran cantidad de información sobre el perfil de los clientes que muchas veces ni conocen, como conductas de pago, intereses de los consumidores y experiencia en satisfacer sus necesidades”.
Y existe incluso “la posibilidad de adquirir empresas fintech e incorporarlas a los activos del grupo, garantizando de esta manera la producción de herramientas digitales sin necesidad de afectar recursos internos”.
El BCRA viene acompañando toda esta tecnologización bancaria con iniciativas que buscan impulsar el cambio, “como asegurando que el dinero electrónico gane participación a través del DEBIN (débito inmediato, que hacer cobranzas en tiempo real y sin costos)”.
Sin embargo, KPMG aclaró que “aún resta camino por recorrer en la adaptación de la normativa actual a los nuevos cambios del mercado”.